CIELO

Desde la primavera oculta de mis sienes, esa que se esconde de mi vejez, diviso el cielo que me prometieron de pequeña; no sé tocar el arpa y mis movimientos no tienen ya la armonía de una bailarina, mi rostro está arrugado y se asemeja más al de un demonio que a el de un ángel ¿Qué voy a hacer yo en ese cielo?

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